Según los responsables del estudio científico que respalda a la actual propuesta de intervención en el Pórtico de la Gloria, la idea que ha llegado hasta la actualidad de la catedral de Santiago está directamente asociada al color de la piedra.
Pero los investigadores, como Francisco Prado o la propia Concha Cirujano, insisten en que la catedral fue concebida en color y que la policromía estaba presente en una gran parte de sus espacios, incluida la fachada del Obradoiro.
Pero la pintura es un componente delicado, especialmente en climas húmedos como el gallego. En el caso del Pórtico de la Gloria, que no estuvo siempre al resguardo de la fachada barroca, los estudios tienen documentadas hasta cinco capas de pinturas diferentes. Cinco capas que se fueron sucediendo a lo largo de 800 años. Cada una de ellas con un carácter particular, aunque las más ricas fueron la primera y la tercera de ellas. La primera se corresponde con el momento de construcción y la tercera podría ser unos doscientos años posterior. La última de las capas de policromías para el Pórtico se realizó en el siglo XIX y es la que todavía se puede ver sobreviviendo a la humedad y la acumulación de polvo, aunque no por igual en todo el conjunto escultórico.
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