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sábado, 7 de junio de 2008

El Pórtico de la Gloria. La deuda con Inglaterra

JOSÉ MARÍA DÍAZ, DEÁN DE LA CATEDRAL DE SANTIAGO

Los irreparables daños que los ingleses causaron en el Pórtico de la Gloria...". ¡Pura leyenda urbana! Y bueno será que los compostelanos se vayan enterando de que está desmentida desde hace varios años, por obra principalmente de la doctora Matilde Mateo, sabiamente orientada por el inmarcesible Serafín Moralejo.
Digamos de entrada que precisamente a los ingleses se debe la puesta en valor de nuestro Pórtico desde mediados del siglo XIX. Anteriormente nadie desde Santiago ni desde otro lugar de España le había prestado la debida atención, ni siquiera Don Mauro Castellá Ferrer en su voluminosa obra sobre nuestro Apóstol a comienzos del siglo XVII: no faltan en ella importantes referencias al coro pétreo; para nuestra principal maravilla, ni una línea.
Fue en el año 1840, cuando el editor John Murray encargó a Richard Ford la confección de una Guía de viajes sobre España, cuando aún estaba comenzando a configurarse en Europa la Historia del Arte Medieval. Con muy buena formación de corte humanista, Ford, que llevaba varios años residiendo en Sevilla, asumió el encargo lleno de ilusión, emprendiendo viajes por toda España y enterándose en cada caso de la bibliografía local. Huelga decir que para el Pórtico nada escrito encontró aquí, pero se sintió extasiado ante el prodigio artístico.
Cuando la Guía apareció editada en Londres el año 1845, el público inglés tuvo la primera noticia de la "gran obra digna de ser visitada y estudiada a fondo", lo que supuso un aldabonazo de gran valor difusor.
La Guía alcanzó ocho ediciones en el siglo XIX, pero Ford Sólo pudo ver las tres primeras (1845, 1847 y 1855), plenamente coincidentes en sus referencias al Pórtico sin añadir nada ni en la segunda ni en la tercera. Pero bastaron para que el arquitecto George Edmund Street realizase tres viajes a España para escribir su obra modestamente titulada Algunos apuntes de Arquitectura Gótica en España, editada en el año 1865.
En ella da cuenta de su visita a la Catedral de Santiago, definiendo el Pórtico como "la principal gloria de esta noble iglesia". Nos ofrece una descripción bastante pormenorizada, fijándose en la policromía y el vitalismo de las figuras e interpretando el conjunto como un Juicio Universal. Aporta, además, la primera reproducción gráfica impresa del Pórtico: un grabado realizado por el mismo Street, que le sirve de frontispicio de la obra editada en 1865.
En este mismo año de 1865 andaba por España John Charles Robinson, conservador del Museo de South Kensington, con el propósito de adquirir antigüedades y obtener vaciados de escultura decorativa para dicho museo. Cuando, siguiendo la Guía de Ford, llegó a Santiago, todos sus deseos se centraron en obtener un vaciado del Pórtico de la Gloria. Las gestiones se llevaron a cabo con rigurosa visión, felizmente atestiguada en documentos que conviene dar a conocer.
Tomado de: http://www.elcorreogallego.es/index.php?option=com_content&task=blogsection&id=24&Itemid=160&idMenu=3&idNoticia=309858


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El Pórtico de la Gloria (2): El vaciado
JOSÉ MARÍA DÍAZ DEÁN DE LA CATEDRAL
La Guía de Viajes por España de Richard Ford editada en 1845 llamó por vez primera la atención de toda Europa hacia el Pórtico de la Gloria. En su novena edición, 1988, aparece notablemente enriquecida con nuevas observaciones y datos tomados de otras publicaciones que se fueron ocupando también del Pórtico.
Un singular viajero inglés, John Charles Robinson, llegaba a España en 1865 con el propósito de obtener una colección de vaciados de escultura decorativa, con vistas a la formación de un museo imaginario. Ni que decir tiene que a Santiago vino muy bien orientado por la guía de Ford, deseoso de obtener un vaciado del Pórtico. Inmediatamente comenzó a enviar informes a Londres encomiando las excelencias del monumento. Se explana, además, en exponer las facilidades que se ofrecen, entre ellas la presencia en Galicia de ingenieros ingleses de la Compañía de Ferrocarriles que podrían prestar asistencia técnica a los trabajos. En el 1 de noviembre de 1865 el director del Departamento de Ciencias y Artes de Londres escribía al ingeniero de la Compañía de Ferrocarriles, George Moult, con domicilio en Iria Flavia, encargándoles iniciar las gestiones ante el Cabildo de la Catedral. Pocos días después el mismo G. Moult escribía directamente al deán de la Catedral solicitando la obtención del vaciado, del que se encargaría el técnico Brucciani. El Cabildo cayó en la cuenta de las ventajas que podían seguirse. El 18 de abril de 1866 informa de haber elegido como asesores para el caso a los señores Vicente Valderrama, Juan Cancela y Luis Vermeill, "cuya ilustración en materia de bellas artes es bien conocida". Con estos asesores llevó a cabo un reconocimiento del estado del Pórtico y de la conservación de las pigmentaciones. Las referencias concretas a lo que se conserva y a lo que falta son en buena medida coincidentes con lo que se observa hoy. La concesión del permiso, tras considerar aceptable el método de aplicar el yeso con telas interpuestas, fija como condición la ejecución de algunos ensayos mínimos para observar la repercusión en las pinturas. Añade que si, iniciada la labor, se observa algún desperfecto, inmediatamente quedará anulado el permiso.
Un vigilante
Finalmente, advierte que el Cabildo costeará un vigilante permanente que le dé cuenta al instante de cualquier anomalía que se observe. Aceptadas las condiciones, el vaciado se ejecutó en el verano del mismo año de 1866 con plena normalidad. Tras algunas exposiciones en Londres en estado fragmentario, al fin, en 1873 pudo ser exhibido, debidamente montado, en su aspecto original. Ni en el vaciado se observa señal alguna de policromía ni en Santiago se registró la menor queja de ningún desperfecto causado. El vaciado, como cabía prever, facilitó muchos estudios posteriores y dio origen a nuevos grabados basados también en las fotografías que Thompson obtuvo en Santiago. Baste decir que el primer grabado del Pórtico que se publica en Galicia (la Ilustración Gallega y Asturiana, 1879) utiliza como modelo una de las fotografías de Thompson.
Tomado de: http://www.elcorreogallego.es/index.php?option=com_content&task=blogsection&id=6&Itemid=9&idMenu=13&idNoticia=312718